martes, 29 de septiembre de 2020

Soñar despierta

Cuando era chica soñaba despierta. Hablaba en soliloquio, jugaba con amigos imaginarios y dibujaba la tierra con mis propias pisadas. Mi viejo se quejaba porque en esa parte (predilecta) en la que mi pasatiempo se llevaba a cabo, nunca le crecía el pasto.

- ¡Pero qué chinita que sos! ¿No podés jugar un poquito más allá? ¿No ves que yo lo riego todos los días, pero si vos lo pisas el pasto no crece?

Me lo repetía seguido, pero apenas si se preocupaba en darle énfasis. Creo que en el fondo le preocupaba más perder eso que nos unía, el soñar despiertos.

Me llevó bastante tiempo darme cuenta que con mi viejo compartía mucho más de lo que yo creía. Él era protagonista, escenario, decorado y espectador de mi juego, todo al mismo tiempo. Sin duda, las tardes no fueron las mismas sin él. Incluso creí que perdería para siempre ese espacio personal, ganado a fuerza de gastar el pasto todos los días, pero que también era el espacio donde me sentía acompañada. Un poco menos sola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario