jueves, 19 de mayo de 2022

Paradoja

Hay cosas que escapan a lo comprensible, encasillable o posible. Cosas que habitan entre lo conocido y lo desconocido. Paradójico. Como lo que se encuentra entre una pared con huecos, un viaje sin boleto de regreso o las flores que crecen en el cemento. Como algo que golpea contra nuestros cuerpos, dejándonos de cabeza al piso o con el piso en la cabeza, mirando de izquierda a derecha y viceversa, buscando enderezarnos y tener una respuesta, aunque sea a medias. Algo inentendible. Como la noche de invierno en la que bailamos sólo con nuestras manos, escuchando a Edith Piaf y tomando vino blanco. En la que viajamos por las sombras de dos musas, con sus cuerpos entrelazados y sudados, dibujando siluetas por la cama y el sillón. En la que nos descubrimos con las manos impregnadas de fantasía, con el cuerpo exhausto, desorbitado y revuelto, con los ojos clavados en nuestras figuras, con los labios empapados. En la que supe con certeza que te desearía, incluso si no fueras real.