viernes, 3 de julio de 2020

Rito de iniciación

Palabras.

Se camuflan entre las hojas de un viejo algarrobo, resbalan sobre el tejado y sucumben ante los maullidos de un gato hambriento, expectante a dar el salto, deseoso de clavar sus dientes en algún cuerpo. Se escabullen entre los pasillos, los balcones, las paredes, los rincones. Parecen refugiarse en todas las cajas, cajitas y cajones de la casa. Me obligan a abrirlas una por una, diseccionarlas, recorrer las habitaciones, dar vuelta los colchones, ¿dónde esconden su secreto?
A la escalera le faltan peldaños, la silla no tiene patas, el espejo está roto y las cartas quemadas, ¿qué le da vida a estas cosas? Si ya no son la explicación de lo que solían ser ¿porqué seguir llamándolas escalera, silla, espejo, carta? 
¿Y yo? ¿Cómo se supone que debo definirme? Si estoy tan rota que me he convertido en microfragmentos indeterminados, abstractos e inconclusos de mí misma.  

Palabras.
Discursos.
Presentaciones.
Intentos desesperados por saberme viva
                                                               ¿Qué digo sobre mí?

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